miércoles, 4 de marzo de 2009

Por las calles de Shaoyang...

Decidí salir a pasear un poco por esta ciudad para poder conectarme un poco más y salir de mi encierro.


Primero me concentré en alienarme (hasta ahí llegó la idea de “conectarse”, ¿no? Jaja) de las miradas que te clava la gente cual bicho raro. Luego, en evitar darme vuelta cuando me cruzo con adolescentes, porque el juego parece ser que ellos gritan una palabra en inglés (hello, excuse me, etc) y cuando me doy vuelta para responder comienzan a reirse y siguen caminando. Digamos que el extranjero es algo así como la diversión acá por China.


Por momentos junté coraje y entré en algún que otro negocio con el mismo resultado. A saber, la vendedora de turno me clava la mirada, a la cual yo respondo con una sonrisa estúpida y un “Ni hao” muy bajito que dejaba claro que no tengo la menor idea de hablar chino. Sin embargo, en el mejor de los casos la vendedora se me pega onda Los 5 hermanos y me sigue a todos lados. En el peor de los casos, comienza a hablarme, a lo cual yo respondo con otra sonrisa ahora más estúpida y digo “Wo bu chutao” que supuestamente quiere decir no entiendo… pero estoy comenzando a tener mis dudas ya que cada vez que lo digo, la vendedora me sonríe y me sigue hablando en chino. Ya no sé si no me entienden o si se está divirtiendo conmigo y diciendome de todo en chino… jaja


Pero dejando esos detalles de lado, caminar por el centro resulta ser un buen ejercicio donde uno estimula todos los sentidos…

Al caminar por la calle principal, no sólo hay negocios de ropa sino puestos callejeros donde venden de todo: desde unas ramas que parecen ser caña de azúcar y la gente las va masticando por la calle, ananás peladas que guardan en potes de agua, bollos y dumplings (¡no quiero saber rellenos de qué!), fideos de arroz (noodles), salchichas en palito, sushi (Guille, podés ponerte un puestito acá), entre otras cosas.


A los olores que despiden estos alimentos se le suma el olor de la calle, que por momentos, es un olor a meo terrible, mezclado con un poco de cigarillo y otro poco de carbono despedido por los autos. Y cuando uno se encuentra llenandose los pulmones con estos agradables gases, a los oídos nos llega el incansable sonar chillón de las bocinas. Parece ser que los coches vienen preparados para que la bocina suene cada tres minutos (aunque si no es lo suficientemente chillona, entonces se le permite que suene más seguido)… y lo dice alguien que vive en el centro de La Plata.


Por suerte, el ruido de las bocinas no llega a tapar la “alarma de escupitajo que se avecina”. Si lo hicieran entonces el tacto sería el sentido que nos faltaba y entraría en acción al no haber tenido tiempo de esquivar el salivazo que con tanto esmero preparó el otro peatón. Gracias a Dios, el sonido del “arrrrrggggg” suena bastante fuerte como para que uno llegue a alejarse unos cuantos pasos hacia un lugar seguro de la calle.


Otra cosa para remarcar es la audacia de los peatones… debo admitir que en esto nos superan a los platenses. No termino de comprender si se debe a falta de algunos buenos semáforos, pero acá cruzar la calle es como el juego de la ranita… no sé si se acuerdan… pero diría que en los niveles más difíciles del mismo. Los autos no vienen demasiado rápido (esa es la ventaja de los peatones chinos, en La Plata sería casi imposible), y uno empieza a cruzar esquivando los autos, bicicletas y motos que van pasando (que obviamente vienen a bocinazo puro). Una estrategia que les paso a los menos experimentados: pararse al lado de algúna persona que esté intentando cruzar y seguirlo hasta la otra vereda, por supuesto siempre del lado opuesto de donde vienen los autos, así, en caso de que algo salga mal sea el otro el que se accidente primero… en definitiva era él el que nos estaba guíando mal, ¿no?

1 comentario:

  1. Wo bu chutao = No sé
    Wo bu tou (o algo así) = No entiendo! :)
    Con razón... jajaja

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